“El dinero tiene un efecto afrodisíaco. Hoy puedes comprar todo con él, y entre esas cosas, la sexualidad se ha transformado en un producto más del mercado”, afirma el sexólogo y miembro de la Sociedad Chilena de Sexología, Mauricio Salas.
“Estamos en una sociedad de consumo individualista postmoderno, en que todo está desplazado por la parte económica. Mientras más grande el auto, mientras más dinero uno tenga, se es más atractivo, social y eróticamente, para las mujeres”, asegura antes de señalar que esta conducta responde a instintos básicos de ellas, como parte de la búsqueda de la estabilidad y protección necesaria para su resguardo y el de sus hijos.
“Hay hombres que dan una sensación de protección aún cuando no sean multimillonarios”, dice el psicólogo y sociólogo Giorgio Agostini, en defensa de aquellos con una cuenta corriente menos generosa.
“Lo que pasa es que a veces las mujeres son muy románticas. Entonces, un hombre con dinero las fascina con invitaciones y eso genera un sentimiento de una mayor cercanía por este hombre que la atiende muy bien”, dice Agostini, quien agrega que todo esto forma parte de la conquista “y efectivamente la mujer necesita ser seducida muchísimo antes de tener una relación íntima, predisponiéndola a tener una respuesta orgásmica mucho mejor”.
Por su parte, Salas explica que ellas “no busca al hombre más atractivo, porque saben que el que tiene más carga de andrógenos, en algún momento, las va a engañar”, así que las preferencias femeninas se inclinan por alguien menos agraciado, pero con un lado femenino desarrollado y, claro, un ingreso que, como mínimo, le permita satisfacer sus necesidades básicas.